martes, 6 de mayo de 2014

Nueve .

Justo cuando llevaba 10 minutos escribiéndote, apareces, y me distraes.

Y borro todo lo que había escrito, y pienso en ti, y...


Pones mi mundo patas arriba. Como llevas tiempo haciéndolo.

Y ya no me sale escribir nada. Todas las ideas, los pensamientos, los sentimientos, se agolpan en la punta de mis dedos, que lo único que ahora desean golpear en tu piel, mientras te hago cosquillas para que te duermas a mi lado.

Seré breve, por esta vez:


Eres mi destino. Mas no un destino que se deja al azar que sea, o no sea. Eres el destino por el que lucharé día a día, como te he prometido, como lo he hecho hasta ahora, como lo haré hasta el segundo en el que me digas que ya no soy nada tuyo, que no te hago feliz.


Hasta entonces, que vengan tormentas, borrascas, piedras, y golems si quieren. Tu Leona seguirá aquí, con tú.





Tengo ganas de tú.

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domingo, 27 de abril de 2014

Día 6

Ésta noche reduciría todo el universo a polvo de hadas, para que nos haga de manta mientras nos abrazamos en nuestra pequeña madriguera.


No cesaría de mirarte, por miedo a que al cerrar los ojos, te esfumes. Eres mi sueño despierta, y si duermo, puedes irte y no volver a la mañana siguiente.

Soy como esa niña pequeña que, a pesar de que tenga que levantarse para ir al cole, quiere soñar un poco más.


Aunque sepa que he de dormir, y que seguirás a mi lado, no quiero dejar de soñarte en vela, no quiero entrelazar mis pestañas y perderme un sólo segundo de un nosotros.


Te abrazaría fuerte, para que notes que todo es tan real como un día imaginamos. Y que, así como hasta aquí hemos llegado y sobrevivido, todos los sueños que tenemos, todos los "y si...", todos los "¿te imaginas...?" , llegarán, y nos cogerán por sorpresa intuyo, después de tanto tiempo esperándolos, pero, como siempre, de la mano, sin soltarnos ni dejarnos caer. Juntos.



Te daría uno de esos besos tan largos y cálidos, mientras te toco la espalda y acaricio tu mejilla, con esa barba de unos días que te dejas que tanto me gusta.


Lo haría todo con una lentitud parsimoniosa, para que disfrutemos cada segundo de tranquilidad, para que olvidemos las prisas que últimamente no nos dejan.


Sería yo quien te durmiese, abrazándote y poniéndote nuestra banda sonora, mientras te toco el pelo, y te digo todas las cosas que no puedo ahora sino escribirte. No callaría un sólo instante, aunque empiece a escuchar tu respiración pausada, pues tengo mucho que contarte...


Que eres mi pequeño. Que eres mi mejor amigo. Que te adoro a pesar de todas las diferencias. Que no me imagino un día sin tus "hola bonita". Que siempre te cuidaré y protegeré, y nadie te volverá a hacer daño, ni siquiera yo. Qué sé que tú harás lo mismo por mí, pues ya lo haces. Que te extraño siempre que no puedo tener tu mirada posada en mí. Que no voy a huir, pues es lo que he hecho toda mi vida, y lo que tú me has enseñado a no hacer.


Me has enseñado a quedarme, a permanecer, a luchar  como una Leona por aquello que merece la pena, y a aprender. Me has enseñado a aprender qué es lo importante en mi vida, y por qué y quién vale la pena estar.



A curarme, a lamerme las heridas hasta que cicatricen, a darme tiempo y a no rendirme, porque ya sabes que R no se rinde, R lucha.



Sé que cuando llegue nuestro momento, sonreiremos, y sabremos que ya nada nos puede tocar, pues habremos superado todo lo que nos podía rozar, y ya ni el viento se atreverá a tocarnos.



Cuando no pudiese más, y el cansancio me venciese, te daría besos en esa cara tan bonita que tienes, y te agarraría con más fuerza aún, apretando tus manos entre las mías, trayéndote muy cerca. Y sólo entonces cerraría los ojos, susurrándote, como cada noche, "buenas noches, precioso" .





No será ahora cuando todo eso suceda, pero llegará. Es hermoso tener esa certeza.





Me conformo con dártelas desde éste rincón, Fortachón.


No me olvido de tú, alberchigón.

Tu Mitrómpida :)


















jueves, 24 de abril de 2014

Día 3.

Hoy no es mi mejor día.

Has aprendido a lidiar conmigo cuando tengo estos Días Rojos (y ambos sabemos que no hablo de nada que tenga que ver con cosas de mujeres).


A dejarme mi espacio, pero dando muestras de aquí estás. A presionarme lo justo para que me sacuda y vuelva a levantarme y caminar.


Sabes que se me pasará, que volveré a ser yo; me das todo el tiempo del mundo, con mimo, y con paciencia, esa paciencia que tenemos el uno para el otro y que parece inagotable. Esa paciencia que luego nos da los frutos más dulces que ninguno podemos desear: abrazos, besos, cariños, y un futuro.


Sabes que te extraño mucho, que me haces falta. No dejo de repetírtelo, pero es que, pequeño, es difícil tocar el cielo con la punta de los dedos y luego no sentir mono.



Un día más cerca de lo que ha de ser.


Te tero precioso. 







miércoles, 23 de abril de 2014

Día 2

Los recuerdos se agolpan, y reclaman.

Las noches diciéndome bonita hasta quedarnos dormidos.

Las llamadas de horas que sólo finalizaban cuando escuchaba tu respiración pausada, lenta, tranquila.


Las sonrisas. Parecía que nos sobrasen, siempre cayendo alrededor nuestra. Las derrochábamos quizá, pero era bonito usarlas a cada instante.


Tus abrazos, apretándome muy fuerte junto a ti, mientras besabas mi mejilla y me dedicabas una mirada, esa mirada que calaba profundo, y me mojaba hasta los huesos, dejándome desamparada ante algo tan fuerte.


Las mañanas, en las que no existía otro despertador que tus bocados en mis hombros; yo me giraba, y siempre era la misma conversación "mmm... buenos días precioso" , "hola bonita" me susurrabas, para después besayunarnos.



Los momentos huyendo de ti por todo el cuarto, tú intentando retenerme quieta un momento, y yo escabulléndome.



Cuando nos veíamos tras días sin poder hacerlo, y nos mirábamos y sonreíamos, bajando yo la cabeza, porque, pequeño, esos ojos saben leer cada pensamiento y sentimiento que albergo, y, aún es pronto para que lo sepas todo.



He recordado cada segundo a tu lado que está almacenado en mi memoria.

Esa ha sido mi tarde. Ese es mi día a día siempre que no nos podemos acariciar.



Sólo queda esperar, como siempre. Porque merece la pena, como nunca antes.



Te añoro.

















martes, 22 de abril de 2014

Día 1.

Estoy aquí.

Donde tus brazos no llegan a rodearme y acurrucarme en tu pecho.

Donde tu mirada no puede besar mi piel.

Donde tu boca no puede hacerme cosquillas en la espalda.


Y me da por preguntarme qué estoy haciendo. De qué vale todo ésto, si no te tengo al volver a mi casa esperándome en la cama con una sonrisa en los labios y otra en los ojos.


Si no puedo pasarme horas hablando contigo, creciendo segundo a segundo a tu lado, y aprendiendo a ser.

Porque aprendemos a ser, juntos, a ser un nosotros, y un poder.



Supongo que te echo de menos, y que me pesa demasiado las noches sin dormir lejos de ti, y el saber que aún nos quedan demasiadas.



Pero, no me rendiré. Ni tú. Ambos lo sabemos. Y eso, es todo lo que necesito



Te extraño Mi León, Mi Fortachón. 















viernes, 18 de abril de 2014

Tengo hambre, besayunemos

Despertar, y besayunarte.

Que lo primero que escuche, sea tu respiración, y lo primero que vea, tu carita con tu pelo despeinado.


Que me mires, y me sonrías. 

Que me digas que tienes hambre, y aún así cedas ante mis "dos minutitos más", mientras me acurrucas entre tus brazos a la vez que te estiras como el pequeño león que eres.


Lo extraño. Mucho.


Paciencia.


Por ahora me conformo con despertar y escribirte unos "buenos días, precioso"  :)


martes, 15 de abril de 2014

020150

Sonríes.

Y crees que todo va bien, pero no es así.

Estás rota. Hecha añicos. Te deshaces con cada paso, y has de recogerte para dar el siguiente. Pero, al fin y al cabo, lo haces.

Tropiezas, y te llenas las rodillas de heridas, e, incluso, a veces, haces que también se hieran aquellas personas que están caminando junto a ti, dándote su fuerza y su paciencia. Haces que sangren, que las lágrimas les manchen las mejillas.

Pero ellos no se rinden, bueno, él no se rinde, y sigue a tu lado. Es capaz de levantarse, y tenderte la mano para que tú hagas lo propio, y des un pasito más. Te cura con besos, mimos, con risas y con cosquillitas en la espalda.

Hace que quieras dejar de recogerte, para transformarte, y encontrar tus verdaderos ropajes, no los que siempre otros te "aconsejaron" que debías llevar porque te sentaban mejor a su juicio.

Él te mira como creces, como avanzas, como vas probando diferentes vestidos, hasta dar con el perfecto, el que te sienta bien, y te hace sentir bien. 


Y, pese a haber sido demasiados los errores de vestuario anteriores, está ahí, a tu lado, mirándote con esa sonrisa tan cálida que hace que no tengas frío mientras te pruebas uno y otro. Esa sonrisa tan contagiosa que hace que tú sonrías, de verdad, y que todos tus pedazos, no se peguen, se fundan, para conformar quien serás el día de mañana, creando algo nuevo, bonito, y fuerte dentro de ti, 


Y te coge la mano, apretándola fuerte, y te enseña que llorar es necesario, pero que también lo es la serenidad. Que no todo es tormenta, y que por mucho que les grites a las nubes, éstas no se irán, sino que hay que aprender a bailar bajo la lluvia, empaparte, y dejar que pase sóla. 



Él, hace que lo mires mientras camines, y te parezca imposible que esté a tu lado. Que te quedes tan embobada, perdida en sus ojos, que no quieras posar la vista en nada más nunca. Sólo en sus ojos. En sus manos abrazando las tuyas, y sus labios susurrándote. 



Poco a poco, y no sin dificultades, te das cuenta de quién eres, de quién puedes ser, y de lo que quieres. 

Él, que tanto ha esperado, te mira, y en sus ojos brilla el orgullo, pues sabe que si lo has conseguido, es por ti misma, y que por fin, puede verte tal y cómo eres. No le empaña la vista la lluvia, ni los truenos le impiden oir los latidos de tu corazón. Ahora sólo estáis vosotros, y la luz que ambos emanáis, que se complementa, y forma algo bueno, y bonito, y fuerte. Y vuestro. Sólo vuestro. 


De repente, dejas de soñar con ser una Audrey, pues se hace realidad. 


Quedan ya lejos los baches del camino, (aunque no las cicatrices) , y te sorprendes al comprobar que mereció la pena el tiempo que llevó recorrer ese camino, y hacerlo como algo tuyo.




--

Para Mi Fortachón.



 https://www.youtube.com/watch?v=EUO34CiTA4o




 































 

jueves, 10 de abril de 2014

6 que son 8.

Te acabo de escribir confesándote que desde hace media hora casi, no hago más que escribir y borrar, escribir y borrar.

No soy capaz de escribir nada en este blog que no desmerezca lo que siento.


A veces lo sencillo es más bonito. 

Seré breve.

Estoy profunda y locamente enamorada de ti.

De cuando te levantas y estás despeinado. (y no puedo parar de darte besos en las mejillas).

De cuando te acuestas y me quitas "la pata de lo alto", y me das media vuelta para que me calle y te deje dormir. (y me giro para darte besos en las mejillas antes de que me acurruques definitivamente y no me dejes moverme).


De cuando eructas cuando estoy enfadada contigo sólo para chincharme porque sabes que no puedo evitar reírme.

Estoy terriblemente enamorada de ti, mi pequeño.

De cuando cocinas cosas ricas para que cerdoneemos juntos, porque sabes que me hace muy feliz.

De cuando me echas el brazo sobre el hombro cuando paseamos.


De tus sonrisas.


De tus tonterías.

De tu irresistible poder sobre mis labios, haciendo que siempre que me besas se curven en una sonrisa, para depués preguntarme que porqué sonrío cuando me besas...

¿Cómo no voy a sonreír? 




Si eres tú quien está al otro lado de mi boca.



No puedo escribir más. Hoy no. Pues de lo que tego ganas es de volver a dormir junto a ti, picándonos y dándonos manotazos en la cara mientras no paramos de reír y llamarnos cosas el uno al otro.


Siempre que estés más lejos de lo que mi mano alcance, te echaré de menos, Fortachón.






domingo, 26 de enero de 2014

Tú .

Sigues aquí. 

A mi lado.

Pese a los días menos buenos, pese a mis miedos, pese a que no está siendo ni será fácil.

Dándome la mano, ayudándome a caminar. Cogiéndome en brazos cada vez que tropiezo y mis rodillas sangran por mi inexperiencia, por la inutilidad inculcada por otros. 

Aceptándome tal y como soy, y sonriendo por ello cada mañana al despertar, cuando lo que me devuelve al mundo son tus besos y mordiscos en mi hombro.

Sacando sonrisas de allí donde otros sólo dejan lágrimas.

Transformando todas mis debilidades en fortaleza; con paciencia, con cariño, y con constancia.


Cuidándome como nadie lo había hecho hasta ahora. 

Demostrando que merece la pena luchar, por lo que merece la pena tener.


Enseñándome a vivir el hoy, a disfrutar de cada momento.


Haciéndome sentir pequeñita, pero no como un Susuwatari, sino como una Campanilla llena de luz.


Dándome alas para que llegue hasta mis sueños.




Y no aún no me puedo creer la suerte que tengo. Lo bonita que me haces sentir. Lo bonito que eres conmigo.



Si eres tú quien me enseña a caminar, sé que no importa cuál sea mi destino, pues llegaré.









26. 01. 2014




sábado, 25 de enero de 2014

Angels Lie To Keep [CONTROL] II

II Parte de Angels Lie To Keep [CONTROL]. Ésta me gusta casi más que la anterior. Misma canción de BSO, mismos sentimientos, misma fecha.


Esparció todas los escritos a su alrededor. Hallaba se sentada en medio de la habitación, rodeada de folios, desordenadamente ordenados. Comenzó a releerlos con un vaso de whisky como único compañero. Apenas si lograba entender su propia caligrafía.

Sabía qué pasaría aquella noche.
Antes debía dejar todos los cabos atados, encontrar aquella carta que hace tiempo escribiera… Habían pasado tantas cosas desde entonces… Decidió no darle más vueltas al asunto, acabar cuanto antes.

La encontró. Leyéndola de nuevo, comprendió que todo tenía sentido, hacía lo correcto.
Todo era tan diferente… Pese a seguir habiendo el mismo sentimiento de por medio.
Por mucho que le pesase, lo amaba. Le horrorizaba la idea de herirle cuando él se diese cuenta de… Por eso era necesario ser rápida.

Cuidadosamente la dejó en la destartalada mesa junto a las rosas casi marchitas que destilaban aquel profundo olor… Sin duda era el perfume de la decadencia, de la muerte. Que apropiado, pensó.

Se acercó hasta el espejo, pisando los papeles que poblaban el suelo.
Miró detenidamente su reflejo. Aquella cicatriz, maldita sea. Detuvo su mirada durante unos instantes sobre ella. Instintivamente, echo se la mano al hombro para taparla. El mero hecho de recordar hacía que le ardiese como si reviviera una y otra vez el momento en que la bala atravesó su piel, dejándola marcada para siempre.
No puedo controlarse, la rabia invadió cada milímetro de su ser. Antes de darse cuenta, tenía el puño calvado entre cristales que saltaban y caían a su derredor, repiqueteando armoniosamente. Las gotas de sangre no tardaron en aparecer, dando color a los escritos que cubrían la habitación.

Quedó así un rato, con el puño cerrado apoyada sobre él en lo que quedaba de espejo, escuchando como las pequeñas gotitas caían. Que melodía tan dulce.


Incorporándose lentamente se dirigió al baño. Odiaba la luz electrizante de la única lámpara que había en este, por lo que decidió sacarle partido a las velas que tenía guardadas por algún sitio.
Encendió las una a una. Olían a vainilla, le recordaba a esos pasteles caseros que solían hacer al principio de mudarse a vivir juntos. Cuánto los había extrañado. Cuánto le había extrañado a él en esos últimos meses; cuando más lo necesitó, tomó la decisión de huir. No podía reprochárselo.

Volviendo a la habitación principal, tomó entre sus manos el trozo más grande de cristal que pudo encontrar. Quería que la última cosa que la había reflejado tal y como era ahora acabase con lo que quedaba de real en su persona.

Echó el cerrojo de la puerta principal, no tenía la esperanza de que él llegase a tiempo, pero tomó la precaución.
Entornó la del baño. Sentándose en un rincón, asió con más fuerza la afilada arma, rasgándose los dedos. El dolor reconfortaba.
Sin dudarlo un segundo, dibujó un camino que unía el principio de su antebrazo izquierdo hasta la palma de su mano. Pronto el camino convirtió se en un pequeño río con una profundidad exacta que no tardó en desbordarse.

A lo lejos creyó escuchar como golpeaban con cada vez más ímpetu. Sonó un crujido de madera y un portazo. Cesaron los golpes.

Los cristales se quejaron debajo de los pies de quien los pisaba. Estos avanzaban despacio.

Con no poco esfuerzo ella consiguió tirar del maldito enchufe de la maldita lámpara en el momento exacto, resbalándosele la mano por la pared, dejando una huella imborrable.

Lo vio aparecer. Era él, ¿cómo podía ser él? La única vez que le dijo que no acudiera en su ayuda, lo había hecho. Era increíble. No pudo hacer más que mirarle y sonreír.

“Has venido…” Le susurró “Te dije que no lo hicieras, no quiero que me recuerdes así…”

Entonces, por primera vez, notó una mirada de auténtica preocupación en la cara del chico. Él corrió hasta donde ella se hallaba. Tomo la entre sus brazos, besándola en la mejilla mientras le decía algo parecido a “No te preocupes cariño, todo se arreglará, te vas a poner bien, no te vayas por favor…” la chica no consiguió entender demasiado bien sus palabras, le temblaba demasiado la voz.

Quería tranquilizarlo, mas no sabía cómo. En un último esfuerzo, volvió a alzar la mano dañada, casi inerte, para rozarle la cara a su compañero, manchándola de un rojo carmesí que en ese momento le pareció el color más bonito del mundo. Acercándose un poco a su oído, le contestó con una voz lo más dulce y suave que pudo… ““No hay nada que arreglar ya… Nada que me haga estar bien… Nada que me retenga aquí un solo minuto más… No intentes salvarme, pues esta vez no podrás pequeño”
No aguantó más. Sus dedos se escurrieron de la tez del muchacho, yendo a parar con un ruido sordo otra vez la extremidad chorreante de aquel fluido vital al suelo.

De repente, él acercó sus labios a los suyos, dándole un último y profundo beso.

“Te quiero” esta vez sonaba como si hubiera comprendido que era el final.
Ella sonrió aún más si cabe. Él lo había entendido “Yo también”

Más en paz de lo que había estado en meses, consiguió abandonarse. Dejó de luchar, de sufrir, de recordar…

Su último pensamiento lo dedicó a la carta que se hallaba sobre la mesa, y a su contenido.


El ángel alzó el vuelo.


Angels Lie To Keep [CONTROL] I

Escrito en el 2009. Tiene muchas cosas que se podrían arreglar, pero no me apetece hacerlo. Creo que es perfecto así.


Los nudillos comenzaron a plagarse de heridas por el incesante golpeo a la puerta que no recibía respuesta. Su impaciencia iba en aumento.

De repente, y sin previo aviso, el cerrojo comenzó a ceder a causa de la fuerza aplicada sobre él tanto tiempo, hasta que, por fin, aquel dichoso trozo de madera se abrió de par en par, dejándole ver una habitación aún más destartalada de lo que recordaba.

Viejos escritos y cartas cubrían el suelo con una caligrafía impresa tan irregular como la persona que los había escrito… Al fijarse en los folios más detenidamente pudo ver unas gotas rojas intensas, no quería pensar en esa posibilidad.

Intentó dar un paso, bajo su pie crujieron quejándose algunos trozos de cristal, seguramente pertenecían al espejo que antes había estado colgado en la pared; Dirigió su mirada a esta, lo encontró destrozado. Ahora no se adueñaba de él la impaciencia, si no la desesperación porque sabía que iba a encontrar si decidía seguir adelante y atravesar la habitación.

Con una convicción no demasiado firme, comenzó a avanzar lentamente. El intenso olor de unas rosas casi marchitas llegó hasta él como un presagio, una advertencia, un no sequé.

La puerta del baño estaba entreabierta, dejando salir algunos haces de una electrizante luz. El miedo atenazaba su corazón, mas que sabía que debía seguir, que debía darse prisa.

Abrió de un empujón la puerta. La luz se apagó, dando protagonismo a las llamas de unas velas en las que no había reparado siquiera.

Ella estaba en un rincón, sentada, con las piernas encogidas. A su lado, en la pared, unas horribles manchas de sangre teñían el enchufe donde antes había estado conectada la lámpara, siendo estas arrastradas hasta casi tocar el suelo, como si la mano de aquel que hubiera desenchufado la luz no hubiese tenido fuerzas suficientes como para alejarla, escurriéndosele por la pared.

Lo miró, su mirada vacía, y una sonrisa comenzó a extenderse por todo su rostro.
“Has venido…” Susurró “Te dije que no lo hicieras, no quiero que me recuerdes así…”

Él se abalanzó sobre ella cogiéndola en brazos, la besó en la mejilla. Pudo llegar a pronunciar de una forma casi inentendible por los nervios una sola frase “No te preocupes cariño, todo se arreglará, te vas a poner bien, no te vayas por favor…”

La chica negó con la cabeza, y, en un esfuerzo titánico logró tocarle la cara al muchacho, dejando su marca carmesí imprenta. “No hay nada que arreglar ya… Nada que me haga estar bien… Nada que me retenga aquí un solo minuto más… No intentes salvarme, pues esta vez no podrás pequeño”

La mano se escurrió de nuevo, yendo a parar al suelo con un golpe seco, manaba demasiada sangre.
Él logró entender que hiciera lo que hiciera, había tomado una decisión… No existía manera alguna de hacer que cambiase de idea. Así que la besó por última vez. Al separar sus labios, susurró “Te quiero” Sonriendo aún más, ella contestó “Yo también”

Supo que aquello había sido el fin. Y abrazó su cuerpo inerte con más fuerza que nunca lo hiciera cuando este rebosaba vida.

La amaba. La había amado con toda su alma, pero ella no se merecía esa clase de amor, ella merecía mucho más. Cuando se percató de ello, fue demasiado tarde.

Su ángel se había marchado.




[Angels lie to keep control. Don’t forget this.]