Estoy aquí.
Donde tus brazos no llegan a rodearme y acurrucarme en tu pecho.
Donde tu mirada no puede besar mi piel.
Donde tu boca no puede hacerme cosquillas en la espalda.
Y me da por preguntarme qué estoy haciendo. De qué vale todo ésto, si no te tengo al volver a mi casa esperándome en la cama con una sonrisa en los labios y otra en los ojos.
Si no puedo pasarme horas hablando contigo, creciendo segundo a segundo a tu lado, y aprendiendo a ser.
Porque aprendemos a ser, juntos, a ser un nosotros, y un poder.
Supongo que te echo de menos, y que me pesa demasiado las noches sin dormir lejos de ti, y el saber que aún nos quedan demasiadas.
Pero, no me rendiré. Ni tú. Ambos lo sabemos. Y eso, es todo lo que necesito
Te extraño Mi León, Mi Fortachón.
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