jueves, 10 de abril de 2014

6 que son 8.

Te acabo de escribir confesándote que desde hace media hora casi, no hago más que escribir y borrar, escribir y borrar.

No soy capaz de escribir nada en este blog que no desmerezca lo que siento.


A veces lo sencillo es más bonito. 

Seré breve.

Estoy profunda y locamente enamorada de ti.

De cuando te levantas y estás despeinado. (y no puedo parar de darte besos en las mejillas).

De cuando te acuestas y me quitas "la pata de lo alto", y me das media vuelta para que me calle y te deje dormir. (y me giro para darte besos en las mejillas antes de que me acurruques definitivamente y no me dejes moverme).


De cuando eructas cuando estoy enfadada contigo sólo para chincharme porque sabes que no puedo evitar reírme.

Estoy terriblemente enamorada de ti, mi pequeño.

De cuando cocinas cosas ricas para que cerdoneemos juntos, porque sabes que me hace muy feliz.

De cuando me echas el brazo sobre el hombro cuando paseamos.


De tus sonrisas.


De tus tonterías.

De tu irresistible poder sobre mis labios, haciendo que siempre que me besas se curven en una sonrisa, para depués preguntarme que porqué sonrío cuando me besas...

¿Cómo no voy a sonreír? 




Si eres tú quien está al otro lado de mi boca.



No puedo escribir más. Hoy no. Pues de lo que tego ganas es de volver a dormir junto a ti, picándonos y dándonos manotazos en la cara mientras no paramos de reír y llamarnos cosas el uno al otro.


Siempre que estés más lejos de lo que mi mano alcance, te echaré de menos, Fortachón.






No hay comentarios:

Publicar un comentario